Neurociencias y Diseño Curricular


  1. Resumen

A continuación se presenta una breve reflexión sobre la importancia de las neurociencias para el diseñador curricular; el desarrollo de las ideas se ha estructurado en cuatro segmentos, en primer lugar una justificación sobre la importancia de las neurociencias para los estudios educativos, en segundo lugar una breve descripción de los espacios de encuentro entre las neurociencias y la educación (centrado principalmente en la memoria), en tercer lugar se discutirá las posibles aplicaciones de las neurociencias como fundamento dentro diseño curricular para, en cuarto lugar, proceder con la conclusiones finales. 

  1. Introducción

Correctamente Claxton (2005) establece que, en un mundo caracterizado por los rápidos cambios económicos y sociales, la educación debe centrarse en el desarrollo de destrezas cognitivas que le faciliten el aprendizaje a los estudiantes, ante lo cual el autor reitera el papel de la ciencia cognitiva como vigorizante de las discusiones educativas en tanto rescatan las posibilidades biológicas-psicológicas del aprendizaje.

En ese mismo sentido, Pizano (2007, p. 23) establece que ante los desafíos de una sociedad cada vez más compleja y dinámica se impone la necesidad educativa de incursionar en la  neurociencia “como una disciplina de vanguardia para el estudio de la conducta en el mundo contemporáneo de las ciencias del comportamiento que implica un enfoque interdisciplinario fecundo de innegable valor en diversos campos de la Educación”, además la caracteriza como el estudio interdisciplinario del cerebro que permite su estudio integrado y establecer la disciplina como un enfoque cognitivo moderno. 

Así mismo, Pizano (2007, p. 25) asegura que;

 “Los hallazgos de la neurociencia tienen implicaciones para la teoría y la práctica educativa. En el primer caso, al ofrecer explicaciones novedosas que permiten profundizar en el conocimiento acerca de las condiciones bajo las cuales el aprendizaje puede ser más efectivo; y, en el segundo caso, nos permitirá fundamentar el diseño de estrategias no convencionales, dirigidas a atender las dimensiones diferentes y el desarrollo de la inteligencia y la memoria”

Por tanto, las neurociencias se convierten en una disciplina necesaria para el perfeccionamiento de los diseños curriculares, en tanto, nos ofrece una mayor comprensión sobre el funcionamiento del cerebro humano, lo cual se traduce en una mejor distribución de recursos para maximizar los procesos educativos desde el plano macro curricular (por ejemplo; creación de los programas de estudio) hasta lo micro curricular (diseño de estrategias didácticas en el aula), todo con el objetivo de consolidar un currículum real correspondiente a lo planificado (dicha relación será abordada en el punto 4 del presente texto).

  1. Neurociencias y Educación: un escenario de encuentros 

La neurociencia ha tomado importancia en el abordaje de temas tan complejos como la Violencia Humana (Moya, 2004), pero tal vez Solbes (2009, p. 193) es quien establece más claramente la relación entre educación y neurociencias al afirmar que, en ésta última, “actualmente están abordando problemas más próximos a nuestro campo como el aprendizaje, la memoria, la atención, la resolución de problemas, las emociones, etc. Estos desarrollos pueden contribuir al avance de la didáctica” reivindicando, además, la importancia de las estructuras biológicas del cerebro.

No obstante, en  la realidad del sistema educativo costarricense, los avances de  neurociencia todavía no son incorporados como una fuente de información pertinente y hasta determinante en el proceso de aprendizaje. En ese sentido, Francis (2005) establece que en los planes de estudio, para la formación de educadores en primaria, no existe abordaje de los aportes de las neurociencias a la educación lo cual es lamentable, según la autora, por cuanto “el estudio del cerebro podría brindar a los docentes, herramientas conceptuales que fundamenten las decisiones que orientan las acciones metodológicas, tanto en el ambiente pedagógico como institucional” (Francis, 2005. p. 6).

Además, en el mismo estudio, Francis señala como las neurociencias establecen la importancia de factores como la alimentación, la hora del día que más permite el aprendizaje (en las mañanas), la correcta hidratación y el manejo del estrés, todos elementos vitales dentro de proceso de aprendizaje que, muchas veces, no son tomados con la debida importancia en el proceso de enseñanza aprendizaje. Incluso, Francis (2005. p. 10) afirma que “El conocimiento de la necesidad y el manejo del estrés, nutrición, ejercicio y relajamiento podrían ser promovidos en el proceso de formación docente, no como elementos periféricos sino como aspectos fundamentales para el logro del aprendizaje”

Ahora bien, uno de los grandes ejes de investigación de las neurociencias son los procesos cerebrales relacionados con la memoria en tal sentido, Solbes (2009, p. 195) explica algunos aportes científicos de las neurociencias en relación a los estudios de los sistemas de memoria a corto plazo y largo plazo, estableciendo que;  

“los estudios de neurocientíficos han demostrado que la percepción de una cosa y el recuerdo de esa cosa comparten las mismas redes neuronales y que, por tanto, los sistemas de memoria a corto (MCP) y a largo plazo (MLP) son dos fases del mismo proceso que implican las mismas estructuras cerebrales y no dos procesos separados Cuando los cambios en la red perduran y se refuerzan, la información queda instalada en la MLP. Se habrán alterado sinapsis y formado nuevos receptores. Los cambios que acompañan la formación de un recuerdo no se producen de manera instantánea, sino que necesitan tiempo, porque hay que reactivar continuamente las redes neuronales críticas de la neocorteza, con bucles de actividad bioléctrica recurrente”, 

El aporte de la neurociencia al estudio de la memoria se traduce, en el ámbito educativo, en la priorización de estrategias de aprendizaje para diferentes tipos de contenidos, Morgado (2005) sugiere que; para los aprendizajes de memorias implícitas (nadar, escribir, etc) determinados por la precisión y ciertas circunstancias, se debe utilizar los refuerzos por repetición, en el caso de los aprendizajes de materias científicas, que exigen flexibilidad para adaptarse a las variables circunstancias de su aplicación, exigen un aprendizaje relacional y la memoria explicita. 

En el caso de la memoria explícita, Morgado (2005. p, 226) afirma que “hay que poner en juego regiones cerebrales como el hipocampo y sus áreas relacionadas. Cuando estas estructuras intervienen el aprendizaje implica comparaciones, contraste entre elementos y posibilidad de inferir, deducir o generalizar a otras situaciones equivalentes a la vivida”, lo cual se traduciría en una serie de parámetros educativos básicos para la construcción del currículum.

Así mismo, Morgado (2005. p, 227) profundiza dicha relación ( cerebro y diseño educativo) al afirma  que 

“Cuando nos enfrentamos a una situación de aprendizaje es muy importante discernir la estrategia cognitiva que guía nuestra conducta. Esa estrategia depende de los hábitos mentales que ya tenemos adquiridos, de la situación orgánica y ambiental en que nos hallamos y de las instrucciones que recibimos o que nos damos a nosotros mismos para aprender la tarea. Hay instrucciones que incitan a la comparación y el contraste, generando memoria explicita, mientras que otras nos conducen a un tipo de aprendizaje más automático y reflejo que genera memoria implícita. Es importante entonces darse cuenta de que incluso pequeños cambios en los estímulos o en la situación de aprendizaje pueden modificar las estrategias que utiliza el cerebro para procesar la información. El producto final dependerá de esas estrategia” 

En síntesis, la relación neurociencia y educación está marcada por una relación dialéctica, ya que los avances científicos en el conocimiento del cerebro le permite al sistema educativo, en especial al diseñador curricular, diseñar procesos  educativos mediados por los procesos biológicos del cerebro humano. Dicha posición no es un reduccionismo  biológico pues se entiende, como premisa fundamental, que los aprendizajes están mediados-condicionados por circunstancias socioculturales, político-económicas, psicológicas y otras, en este último apartado se incluye el aspecto biológico y el funcionamiento del cerebro no sólo como elemento a considerar en el proceso de enseñanza-aprendizaje, sino además como objetivo curricular para fomentar sus procesos según cada hemisferio. 

  1. Neurociencia y currículum

Las neurociencias son un área científica de reciente expansión multidisciplinar, en el caso de la educación y la neurociencia no es hasta la década de 1970 que inician los estudios compartidos aunque no será hasta la década de 1990 que el trabajo en conjunto se traduce en amplias investigaciones del proceso de aprendizaje desde los fundamentos neurobiológicos.

Por lo anterior, se impone la necesidad de ampliar definiciones de lo curricular como primer paso para la integración del conocimiento neurocientífico, por ejemplo, la definición que  Gimeno (2001. p. 40) propone de currículum “como el proceso selectivo de cultura, cultural, social, política y administrativamente condicionado, que rellena la actividad escolar, y que se hace realidad dentro de las condiciones de la escuela tal como se halla configurado”  habría que revitalizarlo con la incorporación de las realidades  (biológicas, sociales, culturales, etc) del estudiantado como condicionantes que determinarán su realización, lo cual se traduce en la inclusión de un elemento neurobiológico en los fines de la educación, un perfil de entrada y salida de los ciclos educativos con elementos de procesos cerebrales de los aprendizajes, parámetros neurobiológicos para la selección de contenidos (pertinentes para el impulso de los procesos cerebrales acordes a la edad del alumno),  selección de actividades didácticas enmarcadas en la búsqueda de destrezas cerebrales determinadas, etc.  

No obstante, la inclusión de las neurociencias en el currículum costarricense implicaría una serie de afectaciones en todos los ámbitos del currículum, en tal sentido, y siguiendo la subdivisión planteada por Gimeno (2001) podríamos caracterizar ese impacto de la siguiente manera:

  1. Ámbito de la actividad político-administrativa: Las reformas parciales, y totales, en el currículum costarricense tienen, en la mayoría de casos, una vitalidad originada por el impulso político más que el técnico, por tanto, al igual que para la reforma de Ética, Estética y Ciudadanía, la inclusión de las neurociencias ( y sus aportes pedagógicos) necesitan un gran impulso de las autoridades de turno para obtener una viabilidad de planeamiento y desarrollo.
  2. Subsistema de participación y control: En el caso costarricense, el control del proceso de incorporación los aportes de las neurociencias tendrá que ser impulsado, legalmente, por el Consejo Superior de Educación el cual, a su vez, delegará las funciones de operacionalización de la inclusión en comisiones especiales que podrían ser de reforma parcial o total o, en dado de que fuera procesos de micro afectación, asignar a los departamentos especializados (currículum, evaluación, etc) la incorporación de dichos aportes. 
  3. Ordenación del sistema educativo: Costa Rica tiene un sistema educativo subdividido en Ciclos (Preescolar, I, II, III y IV Ciclo, Superior), los aportes de las neurociencias vendrían a reforzar los procesos de enseñanza en dichos ciclos con la comprensión de los procesos neurobiológicos del aprendizaje así como de las circunstancias que lo maximizan o desaceleran. En primer término, una reforma curricular, con sustento en las neurociencias, debería centrarse en la reestructuración de los niveles de Preescolar y I Ciclo por cuanto en esos niveles se maximizarían los aportes de la neurociencia en la incorporación de temas y estrategias didácticas que aumenten el refuerzo a los procesos cerebrales, a partir de un replanteamiento de los propósitos pedagógicos del ciclo 

Un ejemplo de lo anterior es el diseño curricular impulsado por la Dirección de Educación Inicial(a.d)  de Dirección General de Cultura y Educación de Buenos Aires, Argentina,  los cuales resaltan, explícitamente en su justificación curricular, la importancia de las neurociencias para el nivel inicial del sistema educativo y además establecen como propósito, de ese ciclo,  la organización de actividades para la respuesta a las necesidades cognitivas de los niños y la necesidad, del sistema educativo, de conocer las posibilidades de aprendizaje de los niños. Ambos aportes son una primera inclusión de las neurociencias en el diseño curricular, los cuales se  traducirían en el perfil de salida de ese nivel, organización de recursos, perfil de docente, contenidos, estrategias de aprendizaje y otros. 

  1. Sistema de producción de medios: lamentablemente, Costa Rica cuenta con un duopolio privado de editoriales que controlan la distribución de libros de texto en el país, por tal motivo el MEP tendría que negociar con ellas la incorporación de asesores en neurociencias en el diseño de sus materiales, priorizando contenidos y actividades de aprendizajes acorde a las características neurobiológicas-sociales del niño-adolescente al que se dirige el texto.
  2. El ámbito de creación cultural-científico: Actualmente, el Instituto de Investigación en Neurociencias de la UCR y la Facultad de Educación de la misma casa de estudios, han entablado relaciones de cooperación para la implementación de conocimientos de neurociencias en los programas de los cursos de Primaria y Preescolar. Dicho ejercicio académico debe ser profundizado ya que cualquier reforma educativa aumentará sus posibilidades de éxito en relación a la formación del docente para adaptarse, aplicar y expandir dicho proceso. 
  3. Subsistema técnico-pedagógico: A nivel de mandos medios y personal docente del MEP, una inclusión de las neurociencias implica procesos de capacitación intensiva en su personal de oficinas centrales (principalmente asesores, curriculistas, evaluadores y administración) para poder encontrar el apoyo institucional a su aplicación y, por el otro lado, capacitación a docentes para el desarrollo de actividades didácticas que sean coherentes con los objetivos explícitos del currículum prescrito.
  4. Subsistema de innovación: en esta área, la inclusión de los conocimientos en neurociencia implicarían la creación de nuevos materiales didácticos tanto por parte de docentes como del propio ministerio (sobre todo los relacionados con las TICs)
  5. Subsistema práctico pedagógico: ha sido claro, en los anteriores ámbitos, que el rol del docente es clave para la correcta incorporación, desarrollo y evaluación de los aportes de las neurociencias al diseño curricular y, en específico, a su asignatura. También es claro que, en los niveles de preescolar y primaria es donde se debe dar mayor atención y capacitación a los docentes pues son los ciclos académicos que intersecan con los ciclos neurobiológicos de mayor posibilidad de refuerzos a los procesos cerebrales.  

Ahora bien, para un diseñador curricular del MEP, los aportes de las neurociencias pueden ser incorporados en micro espacios pedagógicos del diseño, como son: jornadas de estudio, alimentación, relación infraestructural (colores, ubicación, etc) y los procesos cerebrales, atención psicológica a estrés (su disminución aumentaría las funciones cerebrales). No obstante, no podemos obviar la importancia de introducir los cambios al nivel macro curricular con la incorporación de parámetros biológicos para la selección de contenidos curriculares que promuevan el desarrollo cerebral, reformulación de los perfiles de entrada y salida así como del perfil del docente, criterios para la selección de actividades didácticas correspondientes –neurobiológicamente- con los contenidos curriculares (lo cual es apoyado por el marco epistemológico constructivista que rige el sistema educativo costarricense) y otras.

  1. Conclusión.

Al iniciar el siglo XXI, los procesos económicos sociales enmarcados en el proceso de la globalización han impuesto a la educación el reto de ofrecer un sistema de enseñanza-aprendizaje que no sólo sea eficiente (disminución de costos, aumento de la productividad en el capital cultural, etc) sino, sobre todo, pertinente en la construcción de andamiajes cognitivos agiles, flexibles y dinámicos que puedan ajustarse a las demandas socioculturales-económicas de la Aldea Global. 

En tal sentido, resulta altamente acertada la afirmación de Morgado (2005, p. 27) de que “en cualquier caso, la mejor manera de aprender consiste en saber muy bien lo que queremos y como nuestro cerebro quiere que lo adquiramos”. Dicha sentencia pedagógica es la luz que puede guiar los procesos de diseño curriculares en el escenario de un trabajo coordinado entre educadores y neurocientíficos; de tal forma, podremos diseñar un currículum adecuado a las necesidades biológicas del aprendizaje, ofreciendo alternativas en áreas como contenidos, didáctica, alimentación, horarios, etc. 

Al incorporar el fundamento neurocientífico en el currículum, el diseñador curricular   podrá tener mayores ventajas para el  minimizar las diferencias entre los objetivos pedagógicos trazados y el currículum real, además conseguirá  maximizar los procesos pedagógicos con el uso del conocimiento del cerebro y sus procesos incluso, en el caso del currículum por competencias, las neurociencias aumentan su preponderancia ya que, las competencias implican “una interacción reflexiva y funcional de saberes –cognitivos, procedimentales, actitudinales y metacognitivos- enmarcada en principios valorales, que genera evidencias articuladas  y potencia actuaciones transferibles a distintos contextos, apoyados en conocimiento situacional, identificados a través de evidencias transformadoras de la realidad” (Cázares; Cuevas, 2007, p. 18) y es, justamente ahí, en el conocimiento  de lo cognitivo, donde la neurociencia y el  sistema educativo encuentran un amplio escenario de trabajo conjunto, en temas específicos como el fomento de la creatividad (Barrera, 2009). 

Abrazos

Dr. César Toruño Arguedas

Curriculista

cesartoruno@gmail.com

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